Propuesta
Frente a la captura de las negociaciones climáticas y el agravamiento de la crisis ecológica:
Asambleas de la Tierra
Mientras los científicos[1] alertan sobre la gravedad de la crisis ecológica y la urgencia de reducir drásticamente los gases de efecto invernadero, las negociaciones climáticas y de biodiversidad se mueven lentamente, y preocupa que las próximas conferencias de cambio climático, conocidas como la COP27 y COP28, se realicen en 2022 y 2023 en Egipto y Emiratos Árabes, dos países productores de petróleo en los cuáles está restringida la participación de la sociedad civil.
A tres décadas de la firma de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica queda claro que este proceso de negociación está capturado por las lógicas del poder y el capital, que buscan entorpecer los procesos de transición energética para mantener los intereses de las energías sucias.
Cómo lo dice la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco: “El drama del inmediatismo político, sostenido también por poblaciones consumistas, provoca la necesidad de producir crecimiento a corto plazo. Respondiendo a intereses electorales, los gobiernos no se exponen fácilmente a irritar a la población con medidas que puedan afectar al nivel de consumo o poner en riesgo inversiones extranjeras. La miopía de la construcción de poder detiene la integración de la agenda ambiental con mirada amplia en la agenda pública de los gobiernos”. Una negociación basada sólo en gobiernos que responden primordialmente a la lógica del poder antes que a la lógica de la vida no puede construir los resultados que necesitamos para hacer frente a la crisis ecológica que está produciendo la sexta extinción de la vida en la Tierra.
A esto se suma la captura de las Naciones Unidas por las grandes corporaciones transnacionales que invierten billones de dólares para mantener el estatus quo de las negociaciones climáticas para seguir lucrando con la extracción y los subsidios a los combustibles fósiles, la expansión de la frontera agropecuaria, y la promoción de falsas soluciones tecnológicas[2] y de mercado que impactan sobre los ecosistemas y provocan conflictos al interior de organizaciones indígenas y sociales.
La guerra en Ucrania agrava aún más esta situación relanzando proyectos de energías sucias; impulsando el saqueo de regiones como la Amazonía y África; impulsando el alza de precios, la crisis económica, la crisis alimentaria y la crisis de los cuidados; perjudicando la economía de la gente, que apenas empieza a salir de la crisis de la pandemia; y debilitando aún más los ya insuficientes compromisos del Acuerdo de París para frenar el incremento de la temperatura del planeta.
La participación de la sociedad civil en los espacios de negociación climática siempre fue limitada e insuficiente. Los contados avances que se lograron en las negociaciones climáticas se dieron gracias a la presión social más que a los mecanismos institucionalizados de participación formal de la sociedad civil en este proceso.
La captura de las COP27 y COP28 por dos países que no respetan los derechos humanos y las libertades civiles y políticas, es un desafío para repensar nuestras estrategias de acción.
Por ello desde la Amazonía proponemos construir Asambleas de la Tierra a nivel nacional y regional para avanzar hacia una Asamblea Mundial de la Tierra que a fines de 2023 permita unificar las resistencias, no sólo en función de las negociaciones, sino para forjar un movimiento amplio, diverso y creativo que unifique y fortalezca las diferentes resistencias contra los combustibles fósiles, la minería y la expansión de la frontera agropecuaria.
Asambleas de la Tierra que permitan articular el accionar contra las diferentes crisis a nivel ambiental, económico, militar, político y social. No habrá solución a la crisis climática si sólo se piensa en términos del clima. La lucha contra el cambio climático está intrínsecamente ligada a la lucha por la paz, por la sobrevivencia de territorios como la Amazonía, por la soberanía alimentaria, por la democracia, por los derechos humanos y por la superación de la crisis de los cuidados.
Asambleas de la Tierra no sólo de pueblos sino de naturaleza, donde aprendamos a pensar no sólo desde la perspectiva humana y construyamos alternativas sistémicas no antropocéntricas que abarquen a todos los seres humanos y no humanos de nuestra casa común. Es tiempo de abrazar alternativas que no busquen el crecimiento y el progreso sin límites, sino el equilibrio entre todos los componentes de la comunidad de la Tierra garantizando los derechos de la naturaleza.
Asambleas de la Tierra para construir propuestas que nos permitan reconfigurar de raíz el multilateralismo antropocéntrico dominado por el poder político y económico, y forjar una participación efectiva de la sociedad civil y la naturaleza en la concreción de acuerdos capaces de hacer frente a la crisis climática y ecológica.
Asambleas de la Tierra que practiquen y construyan una democracia real que supere las estructuras verticales, caudillistas y patriarcales, recuperando el nexo entre el sentir y el pensar, entre la espiritualidad y la materialidad de la vida, y abrazando la ética de la Tierra que nos convoca a reconocernos como naturaleza.
Asambleas de la Tierra para recuperar la visión indígena de “Tierra sin males” y construir territorios autogestionados libres de exploración y explotación petrolera, de minería, de deforestación, de transgénicos, de contaminación, de autoritarismo y violencia contra los defensores de la naturaleza, los indígenas y las mujeres.
[1] Sexto informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
[2] Entre las falsas soluciones tecnológicas se encuentran entre otras la geoingeniería y el almacenamiento y captura de carbono.
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